Iglesias virreinales de Trujillo – Siglo XVI

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Con los conquistadores vinieron los sacerdotes misioneros a predicar el evangelio a los indígenas, quienes fueron integrados en el “drama de la salvación universal”. La espada y la cruz fueron los elementos que permitieron el establecimiento del virreinato peruano y justificar el sometimiento de los aborígenes. Mediante la “división” entre república de españoles y de indios, se erigieron iglesias para cada separación.

Las órdenes religiosas compitieron por arribar lo más pronto a las ciudades porque así se aseguraban lugares privilegiados en la malla urbana: la más cercana a la plaza significaba mayor prestigio. Sin embargo, es evidente el poder que tuvieron los jesuitas para ocupar los puntos más poderosos del virreinato. De ahí que, a pesar de llegar casi un siglo después de la fundación de Trujillo, la infraestructura de la Compañía de Jesús es la única del clero regular que contempla mejor la Plaza de Armas. Las fuentes de ingreso de las órdenes religiosas para su manutención fueron las rentas de sus haciendas, rentas de censos, rentas de casas, capellanías, sínodos y limosnas del rey. A mediados del siglo XVIII, las órdenes trujillanas que mayores rentas percibieron anualmente fueron las de Santa Clara (14000 pesos) y de la Compañía de Jesús (10000 pesos) (ver Feijóo 1763).

Mientras que Europa entró en el renacimiento y humanismo, donde el ser humano era el eje (antropocentrismo) y Dios fue comparado como un relojero —quien daba cuerda al reloj para que marche solo y éste sólo recurría a su fabricante cuando necesitaba reparación—, España y sus colonias mantuvieron la ideología providencialista católica, que le permitió mantener la cohesión social y espiritual. En efecto, al contener el clero la cultura y educación de la sociedad virreinal, el fervor religioso explicaba los fenómenos naturales a la luz de la voluntad divina, las iglesias se convirtieron en la última morada hacia Dios (cementerios) y el arte se orientó a representar la vida sacra. De ahí que la arquitectura, la pintura y la escultura colonial fueron predominantemente religiosas. En todo Perú, se construyeron iglesias y conventos con la mayor ornamentación y suntuosidad que el barroco, churrigueresco y rococó pudo ofrecer, los cuales en su interior conservan exuberantes retablos en pan de oro, coreográficas escenas históricas en pintura y altorrelieve y dramáticas esculturas de la sagrada familia, de santos y de ángeles, al detalle.

 Más tarde, a consecuencia del declive del poder clerical y el inició de la secularización de la vida, la pompa religiosa sucumbió en el siglo XIX para dar paso al arte civil o laico (casas privadas, retratos familiares, esculturas de próceres, etc.). Así el arte pasó de lo celestial a lo terrenal.

El centro amurallado de Trujillo contó con 13 edificaciones religiosas virreinales: 1 catedral, 6 conventos (La Merced, San Francisco, Santo Domingo, San Agustín, Compañía de Jesús, Belén), 2 monasterios (Santa Clara y el Carmen), 1 parroquia (San Sebastián (extinto)), 2 vice parroquias (Santa Ana y San Lorenzo) y 1 capilla (Santa Rosa).

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plano truxillo 1789
Plano mandado a realizar por el obispo Baltasar J. Martínez Compañón (1786)

A continuación se expondrán brevemente la historia y características arquitectónicas de las iglesias destinadas a españoles.

Siglo XVI

Catedral – Basílica Menor

Esquina de los jirones Orbegoso e Independencia

En un inicio fue fundada como iglesia matriz, siendo el primer templo erigido luego de la fundación de Trujillo (1535-1540), siendo de arquitectura modesta. En 1616, la iglesia fue elevada la categoría de Catedral por el papa Paulo V; pero para su desgracia fue destruida por el devastador terremoto del 14 de febrero de 1619, junto con la ciudad. La reconstrucción fue encargada a Bartolomé de las Cuevas, y que tampoco sobrevivió al sismo del 29 de febrero de 1635, trasladándose la sede a la iglesia de Santa Ana. Consecuentemente, al necesitar el episcopado una tercera edificación más consistente, se encargó la planificación al alarife fray Diego Maroto, quien luego fue reemplazado por el experimentado arquitecto Francisco de Soto Ríos, iniciando la obra en 1647. Al morir este último dejando muy avanzada la construcción, el trabajo lo continuó fray Sebastián de la Peña y fue concluido por Francisco Balboa en 1666. Finalmente, la catedral fue consagrada el 24 de junio de aquel año, después de 19 años de proceso reconstructivo (Morales 2012).

Otro sismo damnificó considerablemente la catedral en 1687. En esa oportunidad se cambiaron los antiguos cupulinos de piedra de los campanarios por otros hechos de madera. Las torres que vemos hoy fueron reconstruidas entre 1782 y 1784. En 1818 se instala el reloj remitido desde España en la torre derecha de la catedral.

En 1911 se produjeron cambios trascendentes que dejaron atrás su originalidad. Se realizó el ensanchamiento del presbiterio, reforzamiento del retablo mayor, reemplazo del pulpito, construcción de un coro nuevo sobre la puerta de la nave central, sustitución del piso de ladrillo por losetas y la base del presbiterio fue cubierto con mármol. La más importante y criticada fue la anulación del área del coro de la primera mitad de la nave central: se trasladó la sillería coral al presbiterio y se derribaron las paredes porque opacaban a las naves laterales y dejaban inutilizadas sus entradas (CEHEP II 1931).

El 23 de agosto de 1967 fue ascendida a la categoría de Basílica Menor por el papa Paulo VI. Como es costumbre de la naturaleza, el feroz terremoto de 1970 averió severamente parte de la basílica, derribando el campanario y la cúpula, que al caer arrasó con el mal ubicado retablo mayor. Dos décadas después fue restablecida la estructura completamente, aunque con algunos añadidos que contrastan notablemente con lo que fue.

Es importante señalar que la catedral de Trujillo es la única construcción norteña que se planificó arquitectónicamente como tal, debido a ser la capital de la diócesis del norte peruano durante el virreinato. De ahí que su diseño comprende espacios para El Sagrario, girola y sillería de coro, el tribunal de diezmos y la contaduría (Morales 2012).

La edificación se levanta sobre un terraplén que sirvió de cementerio y posee 5 portadas (3 en la fachada principal, 1 en la lateral y 1 en el ex tribunal de diezmos), con pilastras dóricas, y dos sólidos torre-campanarios. Está compuesta por tres naves, siendo la del medio más alta y ancha que las demás. Como materiales se usaron ladrillos recubiertos con estuco.

Respecto a los bienes muebles, primeramente destaca el Retablo Mayor en el presbiterio, el cual es exento por no depender de la pared y se aprecia por ambos lados, siendo el único en el Norte virreinal. Pertenece a la época del Barroco Triunfal y es atribuido al mulato Fernando Collado de la Cruz entre 1721-1740, según Morales (2012). Posee columnas salomónicas báquicas; en su primer cuerpo se encuentran las esculturas de San Pedro, Cristo Crucificado (principal) y San Juan; en el segundo, se aprecia a San Valentín, la Inmaculada Concepción (centro) y Santa Rosa; y en la cúspide, el arcángel San Miguel. Otros retablos son: del Cristo Crucificado de las Ánimas, de San Juan Bautista, San Pedro (estilos transitorios manierista-barroco), del Sagrado Corazón, San José y de la Sagrada Familia (rococós). También sobresale el tabernáculo de plata. Debajo del presbiterio descasan los restos de los obispos.

Además se puede apreciar grandes lienzos barrocos expuestos en hornacinas de las paredes laterales, que destacan por su simbolismo y juego de luces y sombras (tenebrismo), tales como el de Santo Toribio de Mogrovejo otorgando el Sacramento de la Confirmación a Santa Rosa de Lima, el del Misterio de la Santísima Eucaristía, dividida en tres escenas (cielo, tierra e infierno), el de la Transverberación de Santa Teresa de Jesús, quien recibe una flecha de sabiduría del niño Jesús y, por último, el del Cristo Crucificado.

Debajo del atrio se ubica el cementerio virreinal y al extremo derecho de la portada principal, se encuentra el Museo Catedralicio, que antes fue Tribunal de Diezmos y Contaduría. Junto a la Catedral se encuentra el Palacio del Arzobispado.

Iglesia de Nuestra Señora de la Merced

Quinta cuadra del Jr. Pizarro

Los frailes mercedarios fueron la primera orden religiosa en establecerse en la ciudad de Trujillo y su iglesia fue la segunda en erigirse, según alude el testamento de Martín de Estete (1536). Los gastos de su construcción fueron financiados por el vecino Diego de Aguilera. Un siglo después, lacerada terriblemente por el devastador terremoto de San Valentín (14 de febrero de 1619), la actual estructura arquitectónica fue diseñada y edificada en 1634 por el arquitecto portugués Alonso de las Nieves.

En 1754 se levanta la primera capilla de la nave izquierda, instalándose la Cofradía de San Juan de Letrán —que agremió a los más importantes pardos libres de la ciudad—. El regidor de la ciudad José Alfonso Lizarzaburu construye las dos capillas adyacentes, quedando culminado con tres naves. A inicios del siglo XIX, el cierre de los conventos por la escasez de frailes determinó su abandono. Es allí, el 26 de marzo de 1824, cuando Simón Bolívar crea al costado de su fachada principal la Corte Superior de Justicia. Subsiguientemente, parte de su convento fue también ocupado por casas particulares.

El templo mercedario tiene una fina volumetría destacándose en su exterior dos conspicuas espadañas campanario sobre su barroca portada principal. La portada está constituida por dos cuerpos y tres calles, con los tres órdenes superpuestos: dórico, jónico y corintio en la cúspide. Lamentablemente su perspectiva se ve mermada por la construcción de una edificación al frente, en el siglo XIX.

El interior de la iglesia es de tres naves y de planta en cruz latina. Posee una cúpula de madera, siendo destacable (al igual que en la iglesia de Santa Clara) los altos relieves líticos y policromados en su cornisa y pechinas, donde se representa la vida de San Pedro Nolasco. Destacan sus retablos barrocos en pan de oro, tales como el del Sagrado Corazón (traído de la orden jesuita), el de la Dolorosa y el retablo mayor de la Virgen de la Merced. Es curioso un “retablo pictórico” grabado en la pared, como una alternativa económica, y que está dedicado a la Virgen de Guadalupe.

Iglesia de San Francisco

Esquina de los jirones Independencia y Gamarra

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La orden franciscana se instaló en Trujillo en 1540, luego de que Francisco Pizarro ordenara su fundación un año antes —previamente, fray Alonso de Escarcena había evangelizado a los nativos—. El coordinador de la construcción fue Fray Francisco de la Cruz. Más tarde, el templo fue reconstruido después del catastrófico terremoto del día de San Valentín de 1619, de la cual se aprovechó algunas estructuras de la primera. Más tarde, al pasar a la época republicana, parte del convento fue adaptado para el funcionamiento del emblemático Colegio Nacional “San Juan” (1854) y el templo permaneció clausurado por mucho tiempo, languideciéndose.

En la guerra contra Chile, fue ocupada por el regimiento “Zapadores” en 1881. Luego, cuando los franciscanos regresaron a Trujillo en 1894, encontraron su iglesia tan deteriorada que prefirieron tomar la de San Agustín para continuar con su ministerio. Actualmente, la iglesia de San Francisco se encuentra ocupada por los frailes carmelitas desde 1911. Entre las décadas de 1930 y 1940, el arquitecto Emilio Harth-Terré, restauró la iglesia, su torre de planta ochavada, ambas portadas y bóvedas (Gamarra 2009).

La iglesia de San Francisco tiene mucho del carácter de la de San Agustín en sus pesadas paredes y bajas bóvedas de medio cañón. La fabricación actual procede de 1645 y lo más singular es su única torre-campanario de planta octogonal, construida después del terremoto de 1759. El templo posee tres naves, habiendo sido agregadas las dos laterales con posterioridad. Es la única iglesia que tiene el retablo norte sin columnas. Destaca su portentoso retablo mayor de la Virgen del Socorro, de estilo barroco con entablamientos de reminiscencia manierista (siglo XVII).

También son notables los retablos barrocos del Misterio de la Virgen y el de Santa Teresa de Jesús. Se preserva parcialmente la cátedra del púlpito donde se dice que San Francisco Solano pronosticó el devastador terremoto de 1619. Además conserva una pila bautismal de bronce de 1670, firmada por Francisco Rivas, y atractivas pinturas barrocas. Las imágenes de los evangelistas fueron hechas por M. Angelo en 1742.

Iglesia de Santo Domingo

Esquina de los jirones Pizarro y Bolognesi

Iglesia de Santo Domingo

La primera edificación fue erigida por patrocinio de fray Domingo de Santo Tomás alrededor de 1550, en un solar anteriormente donado por Francisco Pizarro. Esta iglesia fue hecha de piedra con techos de artesonado mudéjar y constaba de una sola nave. Tras el catastrófico terremoto de San Valentín en 1619, la segunda construcción fue erigida por el arquitecto Fray Diego Maroto, terminando las naves laterales en 1642, gracias a la limosna de los “esclavos” de la cofradía de la Virgen del Rosario. El crucero, cúpula, presbítero y cripta mayor fue construido por Nicolás de Rojas por el año de 1670 (Morales 2009).

Como todos los conventos de frailes, el dominico también fue abandonado después de la independencia. Tras el arribo de Simón Bolívar a Trujillo, el convento fue transformado en cuartel y luego en cárcel central. En 1881, fue ocupada y saqueada por el regimiento chileno “Concepción”.

La fachada de Santo Domingo tiene un paredón que describe la bóveda cilíndrica y se prolonga rítmicamente a cada lado. La torre emerge con brusquedad tras un ángulo de la bóveda de este paredón, con un doble campanario de doble cupulino (Velarde 1978). Según Wethey (1998), el plano, de tipo basilical, con un santuario que se proyecta, pertenece al grupo Lima-Arequipa, caracterizado por su bóveda de medio cañón en la nave central y bóveda de cupulinos coronados por linternas en las naves laterales.

Sobresale su retablo mayor barroco del siglo XVII, de dos cuerpos y dos calles, en cuyo centro se ubica la escultura del Cristo Crucificado y en la hornacina mayor luce las imágenes de San Francisco y Santo Domingo interactuando. También presenta retablos de madera pintada, con escaso pan de oro que es reservado para los bordes y pequeños ornamentos. Entre sus cuadros pictóricos, destaca el lienzo sobre la Genealogía de la Orden de Santo Domingo de Guzmán, vinculándola con la dinastía de los reyes de España y el Triunfo de la Inmaculada, ambos en el presbiterio.

El claustro dominico no posee distinción arquitectónica, siendo de un solo piso con arcos de medio punto sobre pilares de sección cuadrática.

Iglesia de San Agustín

Esquina de los jirones Bolívar y Orbegoso

Iglesia y convento de San Agustín

La orden agustina se instaló en Trujillo el 25 de octubre de 1558, siendo su fundador Fray Diego Gutiérrez. El primer templo poseía buenas proporciones en sus tres dimensiones y tenía una sola torre. Según fray Antonio de la Calancha (1631), las paredes tenían relieves esmaltados de oro con los blasones de don Juan de Sandoval y doña Florencia de Mora, benefactores de la construcción. De las iglesias de Trujillo, sólo la de San Agustín logró resistir parcialmente el terremoto de 1619, puesto que Calancha refiere la supervivencia de la torre y algunas paredes, siendo aprovechados los remanentes para su posterior reconstrucción.

Al carecer la iglesia de atrio, en 1640 los agustinos compraron parte de la casa de los Fernández Florencia para acondicionar una plazuela frente al templo, separado por una calle; pero en el siglo XIX fue recuperada por el mariscal Luis J. Orbegoso. A efecto de la guerra del Pacífico, la artillería chilena ocupó en 1881 el claustro de San Agustín. En 1894 el convento fue adquirido por la orden franciscana, debido al encontrar su propio recinto tan deteriorado.

En la década de 1930 las edificaciones de San Agustín sufrieron grandes cambios que menoscabaron su originalidad. Fue demolido parte del convento para abrir paso a una calle y al mercado central y se remodeló la fachada y las torre-campanarios al estilo neocolonial. Fue reconstruida después del terremoto de 1970 (Wethey 1998 y Ganoza 1998).

El templo conserva su trazo genuino de una sola nave, puesto que sus capillas laterales formaron naves posteriormente. Sin embargo, la nave derecha está suprimida. Su retablo mayor es una magnifica pieza de tres calles y dos cuerpos, y una coronación con hornacinas exornadas de imágenes de bulto, policromadas, mereciendo especial atención la escultura de San Agustín. En cuanto al tallado, la obra más destacable es el púlpito, cuya cátedra adopta un diseño barroco, con columnas salomónicas entre paneles, siendo el tornavoz de estilo rococó.

Iglesia de Santa Clara

Esquina de los jirones Independencia y Junín

Iglesia y Monasterio de Santa Clara

De Huamanga vinieron tres monjas de la orden de Asís, dirigidas por la abadesa Isabel Arias de Bobadilla, para fundar un monasterio de mujeres en Trujillo, arribando el 25 de marzo de 1587. Su nombre completo fue Monasterio de Santa María de Gracia de Santa Clara La Real y por patronato del rey Felipe III, esta orden recibió rentas de la Corona. En 1677 corrió el rumor hasta el oído del virrey de que las monjas clarisas estuvieron poseídas por el demonio, conllevando así una serie de exorcismos. Sin embargo, la raíz del problema fueron las quejas por las costumbres perniciosas de los indios y negros que invadían la ciudad (O´Toole 2012).

Al principio, el monasterio ocupó solamente una manzana, pero a finales del siglo XVII, a petición del cabildo se cerró parte de la actual calle Colón para ampliar su extensión hasta dos cuadras, con el fin de acoger a la enorme cantidad de jóvenes religiosas que anhelaban una vida de penitencia y servicio, permaneciendo así hasta mediados del siglo XIX. Como señala H. Wethey (1998), el actual templo ha sido convertido en un edificio neo-románico, perdiendo su categoría colonial.

El templo presenta una sola nave y carece de crucero; pero —al igual que en la iglesia de La Merced— son asombrosas las cornisas de la cúpula y las pechinas, por presentar decoraciones líticas en alto relieve, donde se escenifican la vida milagrosa de Santa Clara. Asimismo, el púlpito es considerado el mejor de los que existen en los templos trujillanos. Es de estilo barroco de refinado tallado, su cátedra está rodeado por los 4 evangelistas, en su respaldar se ubica la imagen de la Inmaculada Concepción y sobre el tornavoz predica la efigie de San Buenaventura.

El retablo mayor es de dimensiones reducidas para acoplarse al ábside. Presenta en su primer cuerpo la imagen del Cristo Crucificado y, en su segundo, la Inmaculada Concepción y está coronada por la efigie de Santa Clara. Otros retablos y de menor proporción son de el de San Antonio de Padua y el del Crucificado, de dos y un cuerpo respectivamente. Adornan sus muros lienzos, como el de la Virgen del Pilar, del desposorio de la Virgen y del nacimiento, elaborados por la Escuela Cuzqueña.

Bibliografía

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Centro de Estudio de Historia Eclesiástica del Perú. Monografía de la Diócesis de Trujillo. Tres tomos. Trujillo: Imprenta Diocesana, 1930-31.

Feijóo de Sosa, Miguel. Relación descriptiva de la ciudad, y provincia de Truxillo del Perú. Madrid: Imprenta del Real y Supremo Consejo de las Indias, 1763.

Ganoza Plaza, Manuel. “Evolución arquitectónica de Trujillo a través de todos los siglos”. Plaza Mayor. Lima, n° 20, 1985, pp. 23-31.

Morales Gamarra, Ricardo. “La catedral de Trujillo: Notas para el análisis de su historia”. Revista Tempus. Trujillo, año 1, n° 1, 2012, pp. 23-46.

Morales Gamarra, Ricardo. Arquitectura religiosa en Trujillo: tipología y cronología. Diapositivas. Trujillo: Universidad Nacional de Trujillo, 2009.

Ramírez, Susan et al. Trazos del pasado: El periodo colonial en La Libertad. Edición bilingüe. Lima: Asociación Marsa / Minera Aurífera Retamas, 2008.

Vargas Ugarte, Rubén S.J. Itinerario por las iglesias del Perú. Lima: Milla Batres, 1972.

Velarde, Héctor. Arquitectura peruana. Lima: Librería Studium, 1978.

Wethey, Harold E. “La arquitectura colonial en Trujillo”. En Rivera Martínez, Edgardo (ed.).Antología de Trujillo. Lima: Manuel J. Bustamante De la Fuente, 1998, pp. 197-214.

Zevallos Quiñones, Jorge. “Semblanza histórica de la ciudad de Trujillo durante el Virreynato”.Trujillo. Lima: Banco Central de Reserva del Perú, 1985, pp. 9-24.

Cita del artículo:

Chávez Marquina, Juan Carlos (2015). "Iglesias virreinales de Trujillo – Siglo XVI" en BICENTENARIO DE TRUJILLO PERÚ, 21 abril 2015, disponible en: https://trujillobicentenario.org/793/iglesias-virreinales-de-trujillo-xvi.

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