Por: Juan Carlos Chávez Marquina

1. Políticas coloniales para la creación de cementerios afuera de las ciudades

Desde la conquista española, la Iglesia Católica impuso el patrón de entierro en las iglesias y demás edificaciones religiosas para la salvación de las almas. En el siglo XVIII, esta prácticas fúnebres fueron criticaras severamente por los ideales de la filosofía de la Ilustración, a través de las diversas investigaciones en torno a las enfermedades producto de este ritual fúnebre. En España y América se manifestó aquel interés en las reales cédulas que expidieron entre 1786 y 1804, que disponía la construcción de un cementerio en el lugar más cómodo para la salud pública de la población.[1]

En el Perú, con las publicaciones del Mercurio Peruano desde 1791, se comenzó una campaña a favor de la construcción de un cementerio extramuros para la capital para combatir los problemas de salubridad. Las reformas ilustradas fueron acatadas por el virrey José Fernando de Abascal con la inauguración del Cementerio General de Lima el 31 de mayo de 1808, que lleva el nombre de su arquitecto, Matías Maestro, siendo el primer cementerio de carácter civil en América.

En Trujillo las primeras reformas sanitarias de los cementerios fueron impulsados por el obispo Baltasar Martínez Compañón, quien ordenó el traslado de los cadáveres debajo del atrio de la Catedral a una bóveda subterránea debajo del Tribunal de Diezmos, puesto que los canales de agua que se repartían a través de la ciudad muchas veces causó filtraciones y ciénagas, ocasionando el malestar de la población, aquejada por la pestilencia y suciedad que emanaban de este ambiente, ocasionando enfermedades y epidemias.[2]

2. Instalación del Cementerio General de Miraflores de Trujillo

En España, las Cortes de Cádiz expidieron la ley del  11.10.1811, en la cual se decretaba la prohibición de enterramientos dentro de los poblados bajo ningún pretexto y obligaba a los jefes políticos dispongan la habilitación de cementerios fuera de los poblados, pudiendo ser provisionales mientras se construye el permanente.[3] El 1814, el virrey Fernando de Abascal hace conocer al interior del virreinato peruano las medidas decretadas. En las sesiones de 1814 y 1815, el cabildo, presidida por el intendente Vicente Gil de Taboada, se dispone las gestiones para crear un “panteón”. El 8 de febrero de 1814 se consulta el presupuesto del maestro de alarifes Manuel Eutropio Chuman, para que se encargue de la construcción, la cual debería tener un diseño semejante al cementerio de Lima. Asimismo, se acuerda que:

 […] debe hacerse extramuros de esta ciudad pa. q’ sirva de sepultura a los cadaveres de las personas qe. fallezcan, avisando en él q. con solo la noticia de obra tan interesante, y benefica hay personas q. se franquean a contribuir, una cantidad de diez mil adobes gratis y otro ofrecido dar el propio numero a seis ps. dose rs. cada millar, franqueado otra quinientos Ladrillos, ofreciendo dho. Sr. Alcc. dar pr. su parte una puerta nueva grande amoldada […] en beneficio de la salud publica […][4]

En la sesión del 11 de junio del mismo año, el cabildo encomendó a regidor Martín Josef de Ostolaza para la búsqueda del terreno adecuado fuera de la ciudad. En un comienzo se optó por el sitio cerca de la muralla, en la Capilla Vieja de San Esteban, frente a la cortina del postigo del Deán (Saavedra) para usar la esquina de los baluartes con el objetivo de cerrarlo. Aquella propuesta fue descartada al poco tiempo por no corresponder a la ordenanza de ser un lugar alejado de la ciudad que no signifique daños a la salubridad, teniendo en cuenta que la muralla servía a su vez de basurero ilegal, además significaba un peligro para posibles enemigos al ser usado como parapeto y atacar la ciudad.[5]

El 9 de septiembre de 1814, el ayuntamiento acordó que el lugar ideal para dicho panteón debería situarse «detrás de la Capilla de Miraflores, aprovechando su mismo Edificio, cuyo gasto es de mil doscientos noventa, y cinco pesos cinco reales según el dicho Plan, o Presupuesto». Se reconoce que el terreno es propiedad de doña María Josefa Lavalle y Cortés[6] y se pide al síndico procurador que exponga su allanamiento para el «reconocimiento de censo, bien sea perpetuamente o redimible».[7] La señora Lavalle fallece al poco tiempo, dejando en herencia de sus bienes a sus hijos, siendo albacea su hija María Encarnación Cacho y Lavalle, una de los 4 hijos que quedaron vivos en 1822.

A partir de 1814 fueron tiempos muy compulsivos para la ciudad de Trujillo, por motivo de las insurrecciones y conspiración en la gesta emancipadora del Perú, ocasionando que el tema de la construcción del cementerio se postergara por varios años. En 1831 hay referencias de que se inauguró el cementerio, según el historiador José Toribio Polo (1877):

El 30 de Noviembre del año 31 bendijo el Cementerio general el Gobernador eclesiástico Dr. D. Juan Ignacio Machado; y el 2 de Diciembre se hizo el estreno, conduciéndose á él los restos del Illmo. señor Obispo Luna-Victoria, que yacían en la bóveda de la catedral, de donde se extrajeron. Esta obra se debió al prefecto coronel D. Pablo Diéguez, y al cabildo eclesiástico que contribuyó eficazmente á su realización; y se encargó de ella como director D. Alfonso González Saenz de Tejada.[8]

La sepultura del obispo Francisco Javier de Luna Victoria inauguró la apertura del cementerio el 2 de diciembre de 1831; pero en 1869 sus restos vuelven a la Catedral a petición del obispo Francisco Orueta y Castrillón.[9] El mencionado director Alfonso González Sáenz se convirtió en el primer presidente de la Sociedad de Beneficencia Pública de Trujillo en 1847. Según las memorias administrativas de los presidentes de la referida Beneficencia, el terreno fue donado por don Juan José Pinillos,[10] creemos que debió ser el coronel español Juan José Martínez de Pinillos y Larios, esposo de doña María Josefa Agustina de Cacho y Lavalle, hija heredera de la mencionada María J. Lavalle y Cortés (propietaria del terreno del cementerio en 1814). Asimismo, el propio Juan José Martínez de Pinillos expresa en su testamento (25.12.1830) su voluntad de ser sepultado en el cementerio de Miraflores, señalando lo siguiente:

[Juan José Martínez de Pinillos] Quiero que mi cuerpo sea sepultado en el Panteón de Miraflores de ciudad q’ como primer comisionado lo fabrique de dos y media á tres varas de alto en circunferencia, todo cercado, y colocada la cruz en el centro; ó en la Capilla sino estubiese concluido; ó en la parte q’ mis albaceas elijan; con su funeral y entierros sin acompañados, ni responsos en la casa sino q’ metido en su cajón lo lleven á depositar á dha Capilla o en la sala de profundis, si aun estubiese techada; y al día siguiente haga entierro el cura con cruz alta y el sacristán sin otros acompañados.[11]

Resulta impreciso saber qué área del cementerio se refiere, puesto que Martínez de Pinillos menciona haber construido un espacio con perímetro en circunferencia (no menciona la existencia de algún mausoleo); pero según se deduce de su testamento, el cementerio aún estaba en construcción para diciembre de 1830. Según se aprecia en el plano levantado en 1846 por el geógrafo e historiador Mariano Felipe Paz Soldán, el cementerio de la ciudad de Trujillo tenía un área que se aproximaba a 6500 m2, accediéndose por un atrio semicircular, dentro tenía 3 cuarteles para nichos en cada uno de los dos lados laterales y en el medio se ubicaba una capilla.[12]

Plano de la Ciudad de Trujillo en 1846, donde se aprecia el área original del Cementerio

Fuente: Felipe M. Paz Soldán (1865)

Detalle del Cementerio de Miraflores

Fuente: Felipe M. Paz Soldán (1865)

3. Ampliación del cementerio en 1876

El 16 de noviembre de 1847 se instala la Junta (luego Sociedad) de Beneficencia Pública de Trujillo en la casa de su primer presidente, don Alfonso González Sans (sic) de Tejada,[13] y entre sus atribuciones se estipulaba: «Procurar la edificación de panteones en donde no los haya, y velar por el mejor servicio, orden y aseo de los existentes».[14] Años más tarde, el 14 de agosto de 1876, el señor José Santos Deza legaliza la donación de su terreno perteneciente a su chacra “La Huerta Grande” a favor de la Beneficencia, representada por su director Alejandro Pinillos, a quien había entregado en 1872. Según la escritura pública extendida por el escribano Mateo Ortega:

[José Santos Deza] Cedo como he dicho antes, á dicha beneficencia, y para el fin arriba indicado, primero, un terreno trás de dicho panteón, perteneciente á mi chacra conocida con el nombre “La Huerta Grande” ó Detreana, que poseo por compra que hice de Don José Mercedes Tello, y cuyo terreno que cedo, se compone en línea recta de dicho panteón, de sesenta y dos y media varas de fondo, y de ancho ochenta y dos varas y media, con inclusión del sitio que ocupa la tapia, cuyo terreno en su circunferencia linda con mi dicha chacra, y sus frontera con el mismo panteón. Así mismo cedo también con el mismo fin, una cuchilla de terreno perteneciente á mi chacra ya indicado, que se encuentra contigua al citio arriba espresado, lindante con terrenos de mi propiedad, de la línea férrea, de la testamentaria de la Señora María Josefa Pinillos de Orbegoso, y el panteón […][15]

El valor del terreno tasado por el señor Deza fue de 320 soles, cuya área equivale aproximadamente a 4710 m2, el cual dona sin otro interés que es la de tener un espacio donde sean sepultados él y su familia en un área acordada de 5 varas de ancho por 6 de largo en el mismo terreno, para que pueda hacer nichos o mausoleos.

Reconstrucción de medidas del Cementerio de Miraflores en 1876

Fuente: Felipe M. Paz Soldán (1865) / Escribano Mateo Ortega (1876)

4. Ampliación en 1903 y la división en Cementerio Antiguo y Nuevo

El Fenómeno “El Niño” de 1891 causó grandes daños en el cementerio de Miraflores, cuyos estragos aún se hacían notar en el siglo siguiente. El presidente de la Beneficencia, Casimiro Medina, describió la situación del campo santo en 1903:

El edificio sagrado de toda ciudad, el que más revela su cultura y sentimiento, amenazaba ruina inminente. Sólo una pequeña parte del lienzo asentado sobre base de piedra, se conservaba; el resto perdía su verticalidad y derrumbábase; el Campo Santo, inundado; la capilla, en lamentable estado, comprometía la integridad de los cuarteles de nichos laterales y de los mausoleos; tal era el estado del Cementerio. Trujillo estaba expuesto a perderlo.[16]

Ese mismo año, la señora Isabel Castro Polo, viuda de Pedro Constante Hoyle[17] (propietario del fundo “El Molino”) otorgó en donación su terreno que colindaba por el lado lateral derecho del cementerio y allí se habilitó un nuevo campo santo.[18] En adelante se emplearon gestiones importantes para devolver al cementerio la salubridad y seguridad que había perdido desde varios años atrás.

Gracias a la labor del inspector Luis José de Orbegoso el cementerio logró reconstruir sus áreas dañadas y se mejoró su higiene, así mismo se logró cercar el perímetro del cementerio, con una pared que descansaba sobre sólida piedra de cantera, con el objetivo de evitar los enterramientos clandestinos; pero a pesar de ello la gente forcejeaba la cerradura de la portada o enterraban a sus difuntos en las inmediaciones del campo santo. Para 1907 todo el perímetro del cementerio estaba cercado y se dividía en cementerio antiguo (1876) y cementerio nuevo (1903).[19] Asimismo, alrededor del perímetro se construyó una sangría para orientar el curso de las aguas filtradas de los terrenos agrícolas colindantes y en 1909, como no tuvieron por donde escurrir las aguas que se acumulaban en la sangría «por hallarse desde muchos años en parte cegada la que ha servido para desagües que pasa por la Huerta Grande», el prefecto del departamento facilitó en dos meses la apertura de un cause desde el panteón por la Huerta Grande y el camal hasta la alameda de Mansiche.[20] En 1918 el filántropo alcalde de la ciudad de Trujillo, don Víctor Larco Herrera, realizó importantes arreglos en el cementerio. Dispuso el empedrado de la plazoleta del cementerio con la piedra trasladada de la plaza de armas, la pavimentación de la extensa calle del camal al cementerio y el enlozado de una de las veredas del campo santo. Por su parte, la beneficencia retiró las rejas de madera colocadas en el exterior y eliminó las rejas de fierro que circundaban los dos mausoleos frente a la entrada del cementerio.[21]

El 21 de setiembre de 1922, el inspector del cementerio, Felipe Ramos, presentó a la junta de la beneficencia un plano y presupuesto para la construcción de una pequeña ampliación del cementerio en un terreno de 840 m2 situado al costado de la vía del ferrocarril, propiedad de la misma beneficencia (cuchilla de terreno donada por Santos Deza en 1876); pero por su poca duración, manifestó que el señor Daniel Hoyle ha puesto en venta un terreno grande al lado del campo santo, ofreciendo a la beneficencia un cómodo precio y con facilidades de pago. El inspector calculó que para la construcción de dicha ampliación se estima un valor de Lp. 4000 libras peruanas.[22] Al parecer no se concretó la compra. En 1934 hubo otro propósito de la beneficencia para ampliar la extensión del campo santo mediante una posible donación de una cuchilla de terreno, adyacente a la vía ferroviaria, de los herederos del finado Eduardo González Orbegoso (ex presidente de la Beneficencia); sin embargo, no se obtuvo ningún resultado favorable.[23]

Vista aérea del Cementerio de Miraflores en 1942

Imagen: Servicio Aerofotográfico Nacional – FAP. Fecha: 25-03-1942

5. Adquisición de predios a favor del cementerio en 1960 y 1966 y el registro de su delimitación

En la década de 1960 se da una política definitiva de ampliar el terreno del cementerio a más del doble de su extensión. El 8 de octubre de 1960 la Beneficencia adquiere un terreno de 4526 m2, colindante por el frente con la Av. San Martín (47.70 m), por la derecha con el cementerio (135.30 m), por la izquierda con la ferrovía a Ascope (132.3 m) y por el fondo con el fundo Huerta Grande (19.0 m), por el precio de S/. 260,768.18 soles pagados a la Empresa de Transporte Perú Express, quien la adquirió en 1954 por venta efectuada de Luis González de Orbegoso.[24]

En 1966 el Estado decreta la expropiación de los terrenos del fundo “Huerta Grande”, perteneciente a la testamentaria Calderón Deza, para la construcción del nuevo Colegio Nacional de San Juan[25] y para la ampliación del predio del cementerio general de Miraflores, la cual se empezó a habitar por etapas empezando por la parte posterior, según refiere Manuel Cisneros en su memoria administrativa.[26]

El Congreso de la Republica decreta el 18 de junio de 1996 la Ley 26650, en la que se establece el procedimiento para el saneamiento legal de los bienes inmuebles de las sociedades de beneficencia y de las juntas de participación social que no se encuentren debidamente registrados en los Registros de la Propiedad Inmueble de la Superintendencia Nacional de Registros Públicos (SUNARP).[27] Al año siguiente, la Beneficencia Pública de Trujillo hace la inscripción del Cementerio General de Miraflores en la SUNARP el 14 de mayo de 1997, adjuntado la memoria descriptica y planos correspondientes, donde se delimita un área total de 61,575.70 m2, siendo sus linderos por: el frente con la Av. Miraflores con línea quebrada de 97.90 ml, 15.30 m y 70.60 m; por la derecha con la prolongación Huallaga, pasaje Huamaní y prolongación Mantaro, con línea quebrada de 151.0 m, 132.50 m y 148.0 m; por la izquierda con la Av. Túpac Amaru con línea recta de 282.90 m; y por el fondo con el pasaje Huerta Grande y propiedad de terceros con línea recta de 261.0 m.[28]

Con el apoyo de la Municipalidad Provincial de Trujillo, el 7 de mayo de 1993 se inaugura el ingreso del cementerio por la puerta de la Av. Túpac Amaru, la cual cuenta con estacionamiento vehicular, dándole mayor funcionalidad y prestancia a los ambientes, además que permite un mejor y rápido acceso de los cortejos fúnebres y visitantes hacía los pabellones.

Delimitación de las áreas adquiridas por el Cementerio General de Miraflores de Trujillo, 1831-1966

Fuente: ARLL, SBPT, SUNARP | Foto: Google Maps

6. Personajes célebres sepultados en el Cementerio de Miraflores

Personajes vinculados a la Independencia de Trujillo:

  • Manuel Cabero y Múnoz (1842)
  • Silvestre de la Cuadra (1850)
  • José María Lizarzaburu (1864)
  • Pedro José Soto y Velarde (1854)
  • Luis González de Orbegoso y Moncada (1851)

Personajes vinculados a la Guerra contra Chile

  • Ricardo O´Donovan (1880)
  • Esteban de los Ríos (1888)
  • Pedro Martín Olivos (1891)
  • José María Cortijo (1898)
  • José Ascilla Hurtado (1915)
  • Cecilio Cox Doray
  • Rammieri Mannuci

Personajes vinculados a la política y bienestar social

  • Víctor Raúl Haya de la Torre
  • Ganoza Calonge
  • Hipólito de Bracamonte (1846)
  • Pedro de Madalengoitia
  • Agustín G. Ganoza y Cavero (1926)
  • Hermanos Felipa y Modesto Blanco (1937)
  • Familia Larco Herrera
  • Juan Hoyle (1865)

Conmemoración de sucesos históricos

  • Incendio del Teatro Municipal (1910)
  • Fundadores del Colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo

Personajes vinculados al Cementerio

  • José Santos Desa (1887)
  • Alfonso González Saens de Tejada (1866)

Leyendas y tradiciones

  • José Ignacio Chopitea (1923)
  • José Calonge

7. Fuentes consultadas

Archivo Regional de La Libertad (ARLL)

  • Cabildo, Actas de Sesiones, Libro N° 19 (1812-1814).
  • Cabildo, Asuntos de Gobierno, Leg. 109, Exp. 2009 (1814-1815).
  • Protocolo Notarial, Escribano Mateo Ortega, Libro 1876-1877.

Sociedad de Beneficencia Pública de Trujillo (SBPT)

  • Boloña, Eleazar. Memoria del año administrativo de 1922. Trujillo: SBPT, 1923.
  • Boloña, Eleazar. Memoria del año administrativo de 1934. Trujillo: SBPT, 1935.
  • Cárdenas, César de. Memoria administrativa del año 1920. Trujillo: SBPT, 1921.
  • Cárdenas, César de. Menoría administrativa del año 1915. Trujillo: SBPT, 1916.
  • Cisneros Durandeau, Manuel. Memoria administrativa del año 1966. Trujillo: SBPT, 1967.
  • González Orbegoso, Eduardo. Memoria administrativa del año 1909. Trujillo: SBPT, 1910.
  • González Orbegoso, Eduardo. Memoria administrativa del año 1918. Trujillo: SBPT, 1919.
  • Guimaraes, Enrique de. Memoria administrativa del año 1907. Trujillo: SBPT, 1907.
  • Medina, Casimiro. Memoria administrativa del año 1903. Trujillo: SBPT, 1904.

Superintendencia Nacional de Registros Públicos (SUNARP) – Trujillo

  • Partida electrónica N° 03128987, Tomo 604, Partida LXVI (1997)
  • Partida electrónica N° 03075839, Tomo 166, Partida CLXXIV (1955-1960)

Biblioteca de la Asociación de Historiadores del Norte del Perú (AHNPE)

  • Caballero Liñán, Erika Claudia. Patrones funerarios: Transición entre la iglesia y el cementerio en Trujillo, 1790-1850. Informe de Bachiller en Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo, 2014.
  • Carlos IV. Novísima Recopilación de las Leyes de España. Tomo I. Madrid, 1805.
  • Centro de Estudios de Historia Eclesiástica del Perú. Monografía de la Diócesis de Trujillo. Tomo I. Trujillo: Imprenta Diocesana, 1930.
  • Paz Esquerre, Eduardo. Historia del Cementerio de Miraflores – Trujillo. Trujillo: Sociedad de Beneficencia Pública de Trujillo, 1995.
  • Paz Soldán, Mariano Felipe. Atlas geográfico del Perú. París: Durand, 1865.
  • Polo, José Toribio. “Apuntes sobre Trujillo y sus obispos”. En: Odriozola, Manuel de. Documentos Literarios del Perú. Tomo X. Lima: Imprenta del Estado, 1877.

8. Citas

[1]  Carlos IV. Novísima Recopilación de las Leyes de España. Tomo I. Madrid, 1805, Libro 1, Título III: De los cementerios de las Iglesias: entierros y funeral de difuntos, Leyes I-VI.

[2]  Caballero Liñán, Erika Claudia. Patrones funerarios: Transición entre la iglesia y el cementerio en Trujillo, 1790-1850. Informe de Bachiller en Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo, 2014, pág. 71.

[3]  ARLL, Cabildo, Asuntos de Gobierno, Leg. 109, Exp. 2009, fol. 3. Fecha: 17.06.1814.

[4]  ARLL, Cabildo, Actas de Sesiones, Libro N° 19 (1812-1814), fol. 176. Fecha: 08.02.1814.

[5]  ARLL, Cabildo, Asuntos de Gobierno, Leg. 109, Exp. 2009.

[6]  Sobre su genealogía ver: http://gw.geneanet.org/fracarbo?lang=es&p=maria+josefa&n=de+lavalle+y+cortes

[7]  ARLL, Cabildo, Asuntos de Gobierno, Leg. 109, Exp. 2009, fol. 9. Fechas: 09.09.1814 – 18.08.1815.

[8]  Polo, José Toribio. “Apuntes sobre Trujillo y sus obispos”. En: Odriozola, Manuel de. Documentos Literarios del Perú. Tomo X. Lima: Imprenta del Estado, 1877, pág. 335.

[9]  Centro de Estudios de Historia Eclesiástica del Perú. Monografía de la Diócesis de Trujillo. Tomo I. Trujillo: Imprenta Diocesana, 1930, pág. 247.

[10]  SBPT, Cárdenas, César de. Menoría administrativa del año 1915. Trujillo: SBPT, 1916.

[11]  ARLL, Protocolo Notarial, Escribano Juan de la Cruz Ortega y Salmón, Libro 1831, fol. 151. Fecha: 16.12.1831.

[12]  Paz Soldán, Mariano Felipe. Atlas geográfico del Perú. París: Durand, 1865, Lámina XII.

[13]  SBPT, “Acta de instalación de la Sociedad de Beneficencia Pública de Trujillo”. En: Cárdenas, César de. Memoria administrativa del año 1920. Trujillo: SBPT, 1921, Anexo N° 3.

[14]  Ídem, Anexo N° 2.

[15]  Archivo Regional de La Libertad, Protocolo Notarial, Escribano Mateo Ortega, Libro 1876-77, f. 347v-348. Fecha: 14.08.1876.

[16]  SBPT, Medina, Casimiro. Memoria administrativa del año 1903. Trujillo, 1904, pág. 7.

[17]  Ver genealogía  en:

http://gw.geneanet.org/fracarbo?lang=es&pz=francisco+javier+manuel&nz=carbone+montes&ocz=0&p=isabel&n=castro+polo

[18]  SBPT, Medina, Casimiro. Memoria administrativa del año 1903. Trujillo, 1904, pág. 8. Paz Esquerre, Eduardo. Historia del cementerio de Miraflores – Trujillo. Trujillo: Sociedad de Beneficencia Pública de Trujillo, 1995, pág. 13-14.

[19]  SBPT, “Carta de Luis José Orbegoso al alcalde consejo provincial de Trujillo, Trujillo, 4 diciembre de 1907” En: Guimaraes, Enrique de. Memoria administrativa del año 1907. Trujillo: SBPT, 1908, anexo 06.

[20]  SBPT, González Orbegoso, Eduardo. Memoria administrativa del año 1909. Trujillo: SBPT, 1910, pág. 7-8.

[21]  SBPT, González Orbegoso, Eduardo. Memoria administrativa del año 1918. Trujillo: SBPT, 1919, pág. 7.

[22]  SBPT, “Carta del inspector del cementerio Felipe Ramos al director de la Beneficencia, 31 de diciembre de 1922”. En: Boloña, Eleazar. Memoria del año administrativo de 1922. Trujillo: SBPT, 1923, anexo 7.

[23]  SBPT, Boloña, Eleazar. Memoria del año administrativo de 1934. SBPT, 1935, pág. 21.

[24]  SUNARP – Trujillo, Partida electrónica N° 03075839, Tomo 166, Partida CLXXIV, fol. 385-387. Fechas: 27.01.1955 – 17.11.1960.

[25]  Ley N° 15980, Autorización de expropiación de terrenos de fundo “Huerta Grande” para la construcción del Colegio Nacional de San Juan. Fecha: 14.01.1966. Disponible en: http://peru.justia.com/federales/leyes/15980-jan-14-1966/gdoc/

[26]  SBPT, Cisneros Durandeau, Manuel. Memoria administrativa del año 1966. Trujillo: SBPT, pág. 17.

[27]  Ley 26650, Establecimiento de procedimiento para el saneamiento legal de los bienes inmuebles de las sociedades de beneficencia y de las juntas de participación social a que se refiere el D. Leg. No 356. Fecha: 18.06.1996. Disponible en: http://peru.justia.com/federales/leyes/26650-jul-2-1996/gdoc/

[28]  SUNARP – Trujillo, Partida electrónica N° 03128987, Tomo 604, Partida LXVI, Asiento 3, fol. 273. Fecha: 14.05.1997.

Cita del artículo:

Chávez Marquina, Juan Carlos (2020). "Historia territorial del Cementerio General de Miraflores de Trujillo" en BICENTENARIO DE TRUJILLO PERÚ, 29 octubre 2020, disponible en: https://trujillobicentenario.org/4879/historia-territorial-cementerio-de-miraflores.

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