La profesión del Historiador en el mercado laboral peruano

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Ser historiador es una profesión muy apasionante y de gran valor humanista, donde un investigador, mismo detective, busca armar piezas que encajen y lograr develar los misterios que oculta el pasado. Esto conlleva a mucho esfuerzo pero el resultado es gratificante, te permite maravillarte, conmoverte y horrorizarte de las acciones humanas y todo ello te lleva a una moraleja que explica tu propio tiempo. Sin embargo, hay un problema que la mayoría guarda silencio y casi nadie se preocupa por solucionarla.

¿Se puede vivir de la pura investigación?

La profesión de Historiador no es un atractivo económico para los jóvenes de hoy en día, por eso es que solo 8 universidades a nivel nacional (6 estatales y 2 privadas para estudiantes con ingresos altos) tienen dicha carrera. Nadie me deja engañar, pero la gran mayoría de historiadores no puede vivir sólo ejerciendo el trabajo de historiador, es decir: la pura investigación. Habrá una minoría afortunada que sí podrá percibir ingresos solamente por sus investigaciones, pero eso tampoco es duradero, y en muchos casos es por corto tiempo. En el caso de los historiadores que tienen que ver otras opciones para sobrevivir (que son el grueso de la población), es incursionar como Profesor de Historia y en la de Archivero, mayormente; por ende, la práctica laboral de ensayo y error será su maestra, puesto que ser erudito no te hace pedagogo (no puedes trabajar para el Estado si no tienes título pedagógico) ni un curso de Archivística te hace archivero (la práctica laboral te hace archivero). Hay otra minoría que se dedica a la gestión cultural, turismo, asesoría, consultoría, etc.; pero la oferta laboral es escaza, basta con revisar las convocatorias en cualquier institución: los primeros en ser llamados son los licenciados en turismo, antropólogos y comunicadores, en ocasiones se solicita a un arqueólogo (si es que se trata de un sitio arqueológico), y muy raras veces el requerimiento consigna a un historiador.

De aquí viene la pregunta: ¿solo se puede investigar la historia por pasatiempo y no se puede sacar provecho económico de ello?, aunque otros más crudos y pesimistas dirán: ¿si estudio Historia me muero de hambre?; pero esta pregunta es la que la mayoría de jóvenes se hacen a la hora de seleccionar una carrera profesional, y solo los más valientes se arriesgan. No obstante, la respuesta esperanzadora es no a dichas preguntas. Sí se puede investigar y lucrar con la Historia. El problema es que vivimos en un escenario que desconoce nuestra labor.

Las oportunidades perdidas

Marc Bloch decía que “todo es Historia” y no se equivocaba. Tanto en las instituciones estatales como privadas se requieren historiadores, el problema es que ellos no saben que nos necesitan. Por citar casos comparativos, los arqueólogos han logrado demarcar su mercado laboral en el patrimonio arqueológico, donde su presencia se hace indispensable, incluso son jefes de proyectos a pesar de que existen múltiples profesionales trabajando; pero en el caso del patrimonio histórico, cuando son bienes monumentales se han adueñado los arquitectos y los conservadores, siendo sus presencias obligatorias, mientras que los historiadores son prescindibles (si es que hay presupuesto se contrata). Ni siquiera los historiadores han ganado puestos imprescindibles en campo en el patrimonio documental porque cualquier profesional puede ocupar dicho cargo, siendo el más idóneo el archivero profesional. En pocas palabras, hay oportunidades para que los historiadores puedan desempeñarse en cargos para los cuales estuvieron formados (la investigación), pero el mercado laboral, o más bien las entidades contratantes, no los reconocen como indispensables.

¿Pero quién se preocupa de ampliar en el mercado laboral para los historiadores? Nadie. Son los mismos individuos que se las arreglan a solas para conseguir trabajo. Existen muchas asociaciones de historiadores preocupados por el mejoramiento de la academia y los nuevos hallazgos y métodos científicos; pero casi nadie se preocupa por el ejercicio adecuado de la profesión del historiador, el cual es ganarse la vida investigando. Pareciera que a nadie le interesa esta situación y esto se debe, por un lado, a que lamentablemente se tiene la idea equivocada que la profesionalización de nuestra carrera solo se limita a lo académico y, por otro, a la desintegración en la que vivimos. Carecemos de una entidad visible y activa que nos represente en las relaciones sociales, culturales y políticas.

El Colegio Profesional de Historiadores

Nuestros colegas del Sur (Arequipa y Cusco) han sentido mucha preocupación por estos problemas mencionados y han comprendido la necesidad de crear un Colegio Profesional de Historiadores, pero lamentablemente hay varios sectores (especialmente en Lima) que solo ven errores y sienten que amenazará la libertad de la producción historiográfica, cuya posición es copiada por otros sin manejar una reflexión debida que analice sus beneficios y desaciertos.

La equivocación respecto a la injustificada necesidad del Colegio Profesional de Historiadores parte principalmente de mezclar lo académico con lo laboral. Ningún colegio profesional condena o restringe a su agremiado por cómo debe realizar sus investigaciones y como serán sus resultados, porque todos sabemos que la ciencia es factible de error y nadie tiene dominio de la verdad, nadie puede controlarla; lo que el colegio regula es el ejercicio de la profesión en la prestación de servicios laborales. Esto es importante porque el proveedor del servicio debe ser una persona formada profesional y científicamente para dicho trabajo, siguiendo pautas de actuación consideradas de manera unánime como éticas y que contribuyan al bien social de la profesión, de tal manera que deba ofrecer a su cliente, sea una persona, institución o el Estado, un servicio o producto con alto nivel de calidad y garantía. Asimismo el colegio surge con la necesidad de velar por los intereses y beneficios de sus agremiados estableciendo normativas jurídicas reconocidas por el Estado.

Por lo tanto, el Colegio Profesional de Historiadores no te va a decir como debes investigar, no tiene autoridad sobre eso, tú eres libre, la ciencia es libre, serán los argumentos y no la membrecía lo que acredite un estudio científico. Hay historiadores que publican sus investigaciones en revistas y libros de otras especialidades que están colegiadas y nadie le dice que no puede publicar porque no es de la profesión específica, porque saben que no hay ciencias aisladas. Nuestros compañeros antropólogos, sociólogos, arqueólogos, arquitectos y otros, son bienvenidos para aportar con sus investigaciones al conocimiento ampliado de la Historia; pero lo que no pueden hacer es lucrar con una profesión que no les corresponde, y ellos lo saben muy bien porque sus propios colegios así lo han estipulado.

Importancia de la protección del ejercicio laboral del historiador

Todos los colegios profesionales han establecidos normas reconocidas por el Estado que les faculta la exclusividad de ejercer sus profesiones en determinados servicios, de esta manera delimitan y aseguran su mercado laboral; pero en nuestro caso los historiadores no tenemos normas legales que nos protejan y es por eso que otros profesionales realizan trabajos históricos y perciben ingresos económicos por ello, sin ofrecer garantías de la calidad de dichos trabajos. Tengo que reconocer que existen profesionales no historiadores que poseen conocimiento específicamente amplio sobre la Historia (a quien admiro), pero son muy pocos; mientras abundan los empíricos que no ofrecen garantías por sus trabajos, y lo que es peor algunos trabajos son plagios (sin citas ni fuente) de historiadores. Es muy necesario la profesionalización del ejercicio del historiador en el mercado laboral, porque allá afuera hay gente e instituciones que considera a la Historia como un relato lineal, romántico y épico, dado que ha tenido la mala suerte de leer, escuchar y recibir trabajos de divulgadores históricos y no de los mismos historiadores, en algunos casos, es más conocido el divulgador que el investigador, especialmente en ciudades de provincias.

Un punto importante ha destacar es preguntarse ¿qué hacemos los historiadores para contribuir al bienestar de la sociedad?, porque la mayoría se centra en estudiar el pasado solo por “curiosidad” y no propone soluciones prácticas para su presente, y si se hace un intento está solo basado en el discurso y el papel. Tal vez la idea general de que los historiadores vivimos en el pasado es una explicación por la cual las instituciones públicas y privadas no nos toman en serio y creen que no somos necesarios. Nuestro reto es demostrar al público que los resultados de nuestras investigaciones sirven para mejorar nuestros actuales problemas sociales y que pueden aplicarse y ejecutarse a la realidad. Un papel importante es el apoyo del Estado, pero ni siquiera éste nos incluye en sus políticas públicas.

Considero que el Colegio Profesional de Historiadores debe ser una entidad que tenga como una de sus preocupaciones el encargarse de abrir más espacios en la sociedad para el ejercicio de la profesión del historiador, porque ya es momento de pensar la historia desde el punto de vista del mercado laboral en la cual un historiador pueda ejercer su verdadera profesión, lucrar y vivir de ella, la cual es investigar. Incluso lo económico influye en la calidad de la investigación, porque no es lo mismo el trabajo que realiza un historiador con un reducido presupuesto sacado de su propio peculio que el que realiza otro historiador financiado por una institución, teniendo el lujo de usar asistente, viajar en busca de información y sobre todo que trabaja con un equipo interdisciplinario; el nivel de la recolección, el análisis y las conclusiones sería marcadamente contrastantes. No se me viene a la mente otra profesión en la que se estudie 5 años, invierta esfuerzo, dinero y tiempo para que al final se desarrolle como pasatiempo y se tenga que trabajar ejerciendo otra actividad. Pueden acusar al Colegio de elitista y burócrata, pero muchos de los acusadores son historiadores también de “élite” que han ganado un puesto alto en la academia, pero hay otros historiadores “desconocidos”, mayormente de provincias, que son buenos investigadores, pero que la situación laboral los trata mal. ¿Tienes que estudiar en la PUCP, UNMSM o el extranjero para tener éxito o para que te hagan caso en la capital? Una de las misiones de la institución nacional que se cree (sea colegio o asociación) es que todos tengan las mismas oportunidades y el mercado esté libre para todos.

Si escribo estas palabras no es porque yo sea un renegado, ni que defienda todos los propósitos la colegiatura profesional (eso hay que dejarlo a debate y votación democrática), que a nivel jurídico tiene más peso que una asociación. A mí me gusta mi profesión y tengo la dicha de vivir de ello (por el momento) y, justo por ello, no pienso en mi bienestar sino en el futuro de nuestra amada carrera porque soy testigo que muchas oportunidades para realizar trabajos históricos remunerados se han perdido por la falta de organización y presencia institucional. No es que piense en el bolsillo de dicho profesional, sino que al abrir más espacios para trabajos históricos los beneficiados principales son la ciencia histórica y quienes gustan de conocerla. Ya es momento que el historiador pise tierra, deje por un pequeño momento estudiar solamente la vida de otras personas en el pasado, para que reflexione los problemas propios de su presente.

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